Según las conclusiones de un nuevo estudio, no todas las zonas erógenas de la mujer responden de la misma manera en base al tipo de contacto aplicado sobre las mismas. Es decir, que aunque creas saber cuáles son las partes del cuerpo que, estimulándolas, puede hacer que tu pareja alcance el máximo placer, quizá no lo estés haciendo tan bien cómo te parece.
Un estudio publicado en la revista Journal of Sexual Medicine concluye que es importa conocer que zonas son las más sensibles, además de determinar el estímulo que funciona mejor en cada caso. Esto no solamente podría ser interesante para elevar el rendimiento sexual, y es que hasta se podría conseguir que las intervenciones médicas sean más delicadas.
Para confeccionar este estudio se trabajó con un grupo de mujeres, con edades comprendidas entre los 18 y los 35 años, y se aplicaron diferentes tipos de estímulos en varias partes del cuerpo: se estimularon, sobre todo, las zonas del perineo (cómo los labios menores, clítoris, ano y vagina), el pezón y su aureola, los pechos, antebrazo, cuello y abdomen.
Cada una de estas zonas fueron estimuladas durante un segundo y medio, con caricias, aplicando presión o vibración, y finalmente se preguntó a las mujeres que sintieron durante el proceso.
Se concluyó que las zonas erógenas de la mujer a través de las cuales siente más placer son las siguientes:
- Clítoris: Zona valorada con una nota de un 9,1 sobre 10.
- Vagina: Se valoró con una nota de un 8,4 sobre 10.
- Labios: La zona de los labios recibió una valoración de 7,9 sobre 10.
Pero, ¿Y las zonas menos erógenas?
En cuanto a las zonas menos valoradas, nos encontramos con que las orejas reciben una valoración de un 5 y el culo de 4,7.
No es una buena idea basarse únicamente en lo geniales para conseguir el máximo desempeño sexual. Esto es algo que ha concluido Laurie Watson, eminente sexóloga que se ha hecho muy famosa por publicar el libro de Wanting Sex Again. En la obra se asegura que muchas mujeres tienen relaciones sexuales sin tener un verdadero deseo de mantenerlas; sin embargo, si las cosas se hacen bien y van por buen camino, el deseo no debería de tardar en aparecer. Esto se logra, entre otras cosas, alargando los preliminares, siendo cariñosos y haciendo que se retrase el momento del coito a lo máximo posible, pero tampoco sin que el tiempo sea excesivo.