El spanking es una técnica sexual que consiste en azotar a tu pareja con un instrumento. Normalmente la idea es hacerlo para corregir ciertas conductas o simplemente por diversión, para todas las personas que interviene en la relación sexual puedan disfrutar aún más de esta.
Digamos que se aplican una serie de “castigos” asociados a ciertas acciones. Por ejemplo: uno de los roles que se puede interpretar es de un hombre que castiga a una mujer por haber hecho algo que él considera inadecuado. La inclina entre sus rodillas, le baja las braguitas y le da unos azotes que empiezan a subir de intensidad (esto lo hemos podido ver, por ejemplo, en la reciente película de 50 sombras de grey)
Spanking, una nueva técnica sexual
Seguramente el spaking lo realicen muchas personas, pero no saben realmente que lo están haciendo.
El principal objetivo de esta técnica es aumentar la excitación. Al imponerse ese cambio de roles conseguimos excitarnos de una manera que probablemente nunca hayamos hecho.
Como instrumento para azotar se puede utilizar la mano, una fusta o incluso un látigo preparado para ello. En realidad el único límite es nuestra imaginación.
Consejos o normas para hacer bien esta practica sexual
A continuación vamos a ver las principales normas en las que se sitúa el spanking:
- El “spanking” se basa en la confianza entre la pareja. Si existe una confianza elevada entre vosotros es muy probable que cuando le propongas hacer esta práctica, la respuesta sea si. En el caso de parejas donde la confianza es escasa, el hecho de hacer esta proposición y cumplirla, en vez de mejorar la relación sexual, podría llegar a perjudicarla.
- El único límite a la hora de practicar spanking son los que ponen cada miembro de la pareja. Antes de hacer esta práctica debe de quedar bien claro los límites que no se desean traspasar. Normalmente se indica una palabra de seguridad. En el momento en el que un miembro quiere parar, tan solo tendrá que decirla y se terminará.
- La idea es desinhibirse completamente y mantener la mente abierta. En el caso de que algo no te guste tan solo tendrás que pronunciar la palabra de seguridad.
En definitiva, es una práctica que está mucho más extendida de lo que creemos. Es posible que la utilicemos en nuestras relaciones sexuales habituales y no nos demos ni cuenta de ello.